domingo, 11 de diciembre de 2011

Gritaba y lloraba mi alma envenenada aquel día, llegando a la esquina de mi casa. Sabía que estaba envenenada desde que recibí aquel beso desgarrador. Ese beso que me enseñó a mentir y a defraudar. Había monstruos dentro de mi que me daban miedo. Que no sabía como sacarlos de ahí. Por más que gritara no iban a salir de allí. Tuve miedo, mucho miedo de que no salieran. ¿Qué iba a hacer yo con todos esos monstruos adentro mío? Los puse en venta y nadie los quiso. Los quise donar pero nadie tenía compasión por ellos. Nunca voy a olvidar el día que aquellos monstruos salieron de mi. Fue el día en que ya no les tuve miedo. Y así los liberé.


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